martes, 15 de julio de 2014

En la oficina


Esta mañana L. me ha convocado en su despacho. Tenía el gesto serio. Me ha vuelto a hablar del trabajo. Me ha dicho que no entiende mi decisión. Sus palabras han sonado duras y con un cierto reproche.
Creo que hay algo que no quiere decirme, sabe algo que desconozco y eso me ha puesto nerviosa. Todavía no le ha comentado nada a J. y por eso quiere que vuelva a pensarmelo, que recapacite. Ha mejorado las condiciones que me ofrecía. Me ha hecho una oferta que es imposible de rechazar.
Tenía las cosas muy claras; ahora me siento descolocada y presionada.
Hemos tenido una pequeña discusión simplemente porque él no acepta ni negativa. Me ha dicho que nadie en la vida me ofrecerá un puesto de trabajo como el que él me ha ofrecido. Me ha dolido porque no me he sentido valorada. Es como si debido a sus sentimientos se sintiera obligado a ofrecerme esto, como si no creyera en mis posibilidades.
L. ya se ha marchado de la oficina., pero me ha mandado un mensaje diciendo que debería aceptar. Después me ha llamado para invitarme a cenar. Sospecho que quiere insistir sobre el tema y que no parara hasta que oiga de mis labios la palabra "acepto".
L. no lo sabe aún pero mi respuesta está sobre su mesa en un sobre que acabo de dejar ahora allí. No quiero más presiones.
Ahora me voy a casa a ponerme guapísima y a disfrutar de la cena.
Mañana será otro día.

miércoles, 9 de julio de 2014

Uniformes medicos



Para mí es algo sorprendente, extraño. Como cada mañana he ido a desayunar con mis compañeros de trabajo. No vamos demasiado lejos del trabajo, no tenemos tiempo. La cafetería es pequeña, un negocio familiar de los de toda la vida. Allí todos nos conocen y nos sentimos a aqui.

Cuando hemos vuelto en mi mesa había un ramo de rosas, 6 rosas rojas preciosas. No había ni una nota, ni una pista, ni un pequeño detalle que pudiera delatar quién lo había mandado.
Ante mi sorpresa he preguntado a todo el mundo y sólo E. uno de mis compañeros ha visto que un chico de una floristeria ha preguntado por mí y como no estaba lo ha dejado en mi mesa, así... sin más.
A partir de eso momento no he podido concentrarme en toda la mañana. Uniformes clinicos preguntas sin respuesta se cruzaban en mi mente. ¿por qué? ¿quién?

¿no se habrán confundido? Incluso cuando mis compañeros se acercaban a mí, de la misma manera en la que lo hacen habitualmente, les miraba fijamente en busca de algún resquicio, de un mínimo rayo de luz que aclarara mis dudas.
Aunque no sé la razón, ni quien las envía en el fondo me he sentido Uniformes clinicos.
Y ahora qué debo hacer?